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Maestra en artes escénicas de la Pontificia Universidad Javeriana con énfasis en actuación. Trabajo con disciplina, orientada al detalle, comprometida con la excelencia, líder con orientación al trabajo colaborativo. Tengo grandes capacidades para aprender y desarrollar nuevas técnicas. Tengo habilidad para el área de producción y logística. Al crear mis personajes uso herramientas somáticas y dancísticas que me permiten crear mis personajes, busco darles una variedad corporal y gestual.

Nacimiento
Infancia
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Adolecencia
Estudios
Trabajo

El amor por este arte nace en mi adolescencia cuando descubro el cine. Me enamoraba de cada espacio que mostraban, de la valentía de cada persona que veía en la pantalla, creía que eso debía ser muy divertido y algo dentro de mí cobró fuerza y tuve la voluntad de ir en búsqueda de ser actriz. Convencí a mi madre para que me metiera en una academia de teatro, y allá el escenario me sedujo más que la pantalla. Con una gran ignorancia del oficio y con la presión de “eso no es una carrera” me opuse a mi madre y luché por estudiar lo que en realidad me apasionaba y no seguir un instinto miedoso e irme por una carrera “segura”. Llegué a la carrera, cuando esta era un feto porque no había nacido aun, ese era el mismo estado de mi desarrollo como actriz: un momento inicial de gran potencial.

Tomé cursos libres creyendo que era fuerte, abierta a las posibilidades, segura de mí. Las tres primeras semanas me confrontaron, me tumbaron y por poco me rindo pensando que no estaba diseñada para esto. Pero con solo tres semanas empecé a ver la transformación de mi cuerpo y su potencial. Desde el primer día hasta el último, la carrera forjó ese carácter de una mujer disciplinada y buena compañera de trabajo. Ese amor que había surgido en una pequeña habitación en una academia empezó a nutrirse en la universidad con la disciplina, la rigurosidad y la consciencia del trabajo, lo que me permitió atravesar mis fronteras invisibles. Aprendí a jugar, a crear con el ridículo, a arriesgarme, a ir más allá. Principios fértiles para desarrollar nuevos aprendizajes.

El primer gran proceso que viví fue somático, ya que tenía que reconocer: quién era y qué quería; aprender a decidir por mí, basada en mis ideas y gustos, no las de los demás. En mi acercamiento a la danza, surgió un gran amor por el movimiento, y entendí que mi cuerpo era capaz de más de lo que imaginaba: seguir una melodía, sentir el proceso orgánico de un conjunto de movimientos y observar los sentimientos y significados que evocaban.

Una gran frontera con la que me encontré fue romper mis límites de exploración en el espacio, en el cuerpo, y en el temperamento del personaje. Recuerdo principios de actuación II, estábamos trabajando la obra de Antón Chejov “El oso”. Al hacer el personaje de Elena me divertí mucho porque tenía muchos cambios en sus emociones, y esto se me facilitaba. El reto vino cuando me convertí en el Oso, un hombre pesado con una naturaleza fuerte. Desde ese trabajo de investigación no soy la misma, tengo todo un mundo abierto porque ese día quebré un límite emocional y corporal. Esa es la frontera que espero seguir explorando con cada personaje que interpreto.

El día que nos enteramos que la carrera de Artes Escénicas fue aprobada fui una mujer muy feliz porque el sueño que tenía de ser una actriz se estaba transformando en algo más grande, ser una artista formada en una escuela pionera en Colombia por su método de trabajo. Tuve la oportunidad de participar en este gran evento “Lanzamiento de la carrera de artes escénicas” como parte del semillero de estudiantes de la misma. En esos tiempos aprendí a observarme con muchísimo amor y admiración, lo que me ayudó a ganar confianza propia.

En ese momento no era consciente de que mis decisiones se movían entre extremos. Mi recién descubierta pasión por la danza me llevó a entrenar por largas horas sin consciencia del impacto de este entrenamiento en mi cuerpo. Al cabo de un tiempo me lesioné mis rodillas. Durante un año tuve que enfrentar comentarios de mi familia y doctores de que no estaba diseñada para esta carrera, que no servía para esto. Mi método para combatir ese momento delicado fue buscar otros caminos somáticos para manejar la lesión y seguir haciendo lo que me apasionaba: terminé bailando sentada, encontrando formas de crear sentido con el movimiento incluso sin usar mis piernas. La Técnica Laban de “Análisis del movimiento” fue particularmente útil para estas exploraciones y me fue dando herramientas para entender la conexión que tienen Danza y Actuación.

Una técnica que me reveló aspectos importantes de mí misma fueron los malabares con bolas en el Laboratorio de Danza Malabar. Descubrí que no hay nada imposible, solo límites que ponemos por negación o miedo al fracaso. Esta clase me inquietó sobre la fusión de técnicas, pero ese interés solo se desarrollaría más adelante, porque antes apareció la actuación cómica, en donde aprendí que mi carácter de seria causaba un efecto cómico. Busqué explorar esta disposición para la comedia cuando me arriesgué a entrar al ensamble de clown en el cual fortalecí mi seguridad y presencia al aceptar que el espectador se riera de lo que me pasaba.

Una nueva frontera que traspasé fue la exploración con objetos. Un acercamiento maravilloso y provechoso fue con una canasta: aprendí a bailar manipulándola, le di vida, exploré la noción de alteración del equilibrio, y me permití tener un espacio de intimidad, un espacio para aprender a exponerme en escena. Un gran aprendizaje es que mi vida es fuente de creación, la puedo poner en escena y, con ella, tocar fibras en el participante.

Esta exploración de mí misma como fuente la fusioné luego con los malabares y el clown. Así, di el salto a trabajar con varias técnicas simultáneamente. Siento que he sido una artista genuina cada vez que he podido exponerme, arriesgarme o divertirme. En lo que llevo de recorrido he aprendido que las dificultades son oportunidades para hacer una creación diferente y es importante llevar las ideas a la acción lo antes posible.

Mi último personaje en ensamble de teatro fue Pamela Pérez, lo creé desde decisiones que fui ampliando. Este personaje me brindó, primero: seguridad sobre mi capacidad como artista para explorar los límites corporales y emocionales, por ejemplo, en los ensayos el llevar la emoción a lo más dramático no solo me sirvió para formar el temperamento y emociones de Pamela sino para aprender a graduar en qué momento y hasta dónde las llevaría. Segundo, aprender a crear un personaje vivo, desde mis bitácoras. Tercero, la capacidad para explorar la dramaturgia desde los límites corporales de cansancio y energía, esto me llevó a preguntarme cómo puedo crear diferentes atmósferas desde cambios súbitos en los estados corporales. Tuve la oportunidad de participar en este montaje como actriz y jefe de producción. Creo, desde mi experiencia, que estos dos roles se complementan, ya que al estar -modo actriz- podía ver necesidades elementales para la producción a la hora de conseguir utensilios, escenografía, visión sonora e iluminación. Cuando me encontraba con las diferentes tareas como jefa productora podía tener el ojo y experiencia de la escena, saber cómo agilizar los cambios escenográficos, hacer más práctico el movimiento dentro de la escena, y apoyar a mis compañeros.

Una estrategia para poder realizar un trabajo organizado y ágil fue el uso de una libreta en la cual pude explorar diferentes composiciones espaciales, realizando mapas con espacios medidos y objetos requeridos, anotaciones de cambios necesarios, de personas que participarían y de tiempos. Mantuve un registro de las escenas en toda la obra, quién estaba en cada una, escenografía, música e iluminación. Tener una constante comunicación con el equipo de iluminación genero un trabajo ágil, en donde íbamos ajustando los cambios. Este trabajo se lo presentaba semanalmente al director para que tuviera una idea de lo que se iba forjando y tomara decisiones. A cada ensamble que asistí en el área de producción decidí crearle una página web, busqué un fotógrafo de la facultad para que nos colaborara, pues sabía que esto iba a motivar a los ejecutantes. Este recorrido me hizo sentir seguridad y certeza de querer desempeñarme en esta área.

Mi meta a largo plazo es ser directora. Para este camino, el siguiente paso es desarrollar mi lado dramatúrgico, agudizar el ojo a diferentes necesidades de cómo exponer la obra, aprender el camino de la escritura, visión de cada personaje y su mundo, los conflictos y puntos de giro. Aprender a dirigir a los ejecutantes para llevarlos a esos momentos vivos en escena, pensar desde la silla del espectador cómo se ve, qué se entiende. Además de esto continúo mi búsqueda de subirme a un escenario o arriesgarme poniéndome en una pantalla. Tengo claro que lo que soy ahora es por todo lo que he aprendido y sé que tengo un camino para seguir explorando y lograr potenciar todo lo que soy. 

Camila Vega 

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